viernes, 17 de octubre de 2014

Nos toman por tontos

Una de las razones ocultas que llevaron a los directivos y a los miembros del Consejo de Administración de Caja Duero a rendirse en la fusión con Caja España era que la operación suponía eludir la amenaza de duras inspecciones del Banco de España. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el gobernador más nefasto de cuantos han pasado por el bello edificio de la Plaza Cibeles, presionó a los Fermoso, Lucas, Martín Mesonero, García Monge y compañeros mártires, con tirar de la manta de sus muchas tropelías si no aceptaban entregar la caja salmantina a la leonesa. 

La fusión suponía amontonar papeles sobre los papeles comprometedores y la posterior absorción por Unicaja acabó de enterrar en el fondo de la montaña la mayoría de los expedientes que podrían dar con sus huesos en la cárcel.

A los tribunales solo han llegado por ahora dos entre varias decenas de operaciones de la ´etapa Fermoso´ con fuerte olor a corrupción: el ´caso Nozar´, centrado en una empresa que no podía devolver los 120 millones de euros que debía a la caja y a la que la entidad entonces salmantina compró un edificio por encima de su precio y le concedió otro préstamo de 34 millones, con lo cual el agujero pasó a ser de 210 millones; y el ´caso preferentes", con los mismos protagonistas y un engaño masivo como telón de fondo. Ambos procesos circulan a velocidad de burro con reúma por los atascados pasillos judiciales y las sentencias no verán la luz en años.

Aunque el reinado de Fermoso se caracterizó por el derroche, la prodigalidad y el asalto sistemático a los fondos de una entidad entonces exuberante, no sabemos si los directivos y los consejeros disfrutaban de ´tarjetas negras´ como las de Cajamadrid. ¡Desconocemos tantos detalles de los manejos y de los peculiares mecanismos de compras y concesión de créditos que permitieron al neurólogo y sus compañeros de viaje (de muchos y lujosos viajes) arruinar Caja Duero en pocos años de vampirizarla! Si no disfrutaron de ´tarjetas B´ fue seguramente porque no las necesitaban para llevar un tren de vida acorde con su estatus de banqueros ricos o bien porque encontraron algún otro método para que la entidad sufragara sus caprichos sin recurrir a la Visa, que siempre deja huellas.

FUENTE: www.lagacetadezalamanca.es

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