Zapatero: «Hay familias en una situación muy difícil de la que me siento responsable»
El que fuera presidente del Gobierno de España entre 2004 y 2011 se adentra en la etapa final de su mandato con cierto tormento y dramatismo. La entrevista que concedió en exclusiva con motivo de la presentación de su libro ‘El dilema’ destapa las reflexiones y emociones del político que lleva dos años alejado de la tensión voraz de los despachos, los mercados y los focos. Es su visión de la crisis, de los que aún la padecen y de una actualidad que va desde las preferentes a lo que cuesta un café en la calle.
marco romero | león 22/12/2013
La cita es en el Parador de San Marcos minutos antes de que empiece la presentación de El dilema. 600 días de vértigo (Planeta, 380 páginas). Llega a León con puntualidad británica y el mismo estilo de alto mandatario que le caracterizó durante su última etapa como presidente del Gobierno, la que ahora recuerda en su libro. Su gesto no sugiere la misma tensión que hace dos inviernos, cuando mantuvo su último encuentro con este periódico. Todavía acompañado por guardaespaldas, aplausos y atenciones, Zapatero encara sus dilemas en media hora de entrevista.
—No sé si puede llevar una vida normalizada, ¿pero ya sabe lo que cuesta un café en la calle?
—[La pregunta le abre una amplia sonrisa] Sí, depende del sitio, ¿no? Pero bueno, el café está cerca de dos euros en muchos lugares.
—Para mucha gente usted ha sido víctima de la crisis y para otros, el peor presidente de la democracia. ¿Por qué ha sentido la necesidad de contar lo que cuenta en su libro y ahora?
—Hay un objetivo y es explicar cómo ha sido la crisis, mis decisiones sobre la crisis, los dilemas más acuciantes y, ante todo, rendir cuentas. Hasta que terminé mi mandato como presidente no fue fácil hacer un análisis sosegado y en profundidad para aportar todos los elementos que conforman esos tres años tan difíciles. Y también hay algo de necesidad personal en volcar muchas de las vivencias, de las reflexiones y de los momentos más difíciles que se produjeron.
—Habla de dilemas, pero en su libro traslada la idea de que la libertad de los Estados acaba donde empieza la de la aplastante economía global. Es decir, dilemas pocos cuando no hay soberanía.
—El espacio para la política y para las decisiones de los gobiernos se ha restringido. Uno, como consecuencia de la globalización. Y la segunda limitación es nuestra pertencencia a una moneda común. Soy el primer presidente que, ante una crisis económica en la historia de España, no ha tenido la capacidad de devaluar la moneda. Eso es lo que se ha hecho siempre y yo no tuve oportunidad. Esta crisis es inédita, grave e imprevisible.
—Tardó mucho tiempo en verbalizar la palabra «crisis» y dice que fue un error de percepción. ¿Qué le condujo a ello?
—Reconozco que me equivoqué en la apreciación hasta julio de 2008, que es cuando utilizo por primera vez la palabra crisis. Pero es que en julio de 2008 España crecía económicamente todavía, no teníamos ningún síntoma de gravedad. Es cierto que pocos meses después, en octubre, se produjeron hechos clave para nuestra economía, como la caída de Lehman Brothers, de la mitad de los colosos financieros norteamericanos y de muchas entidades financieras europeas. Fue un shock de la envergadura de la crisis financiera de los años 30 del pasado siglo. Yo, desde luego, no pensé nunca que ese crack financiero mundial se iba a producir y, en fin, puede ser que otros lo hicieran; no he encontrado muchas citas ni reflexiones en ese sentido. En todo caso mi apreciación fue errónea, pero eso no influyó para nada en las decisiones, herramientas y políticas con las que reaccioné a la crisis.
—¿Pensó alguna vez en dimitir?
—No. Era muy consciente de la gravedad de la situación y también sabía que debía de asumir la gravedad de las decisiones y los costes políticos que podían generar. Yendo a mayo de 2010, que es la fecha por la que todos me preguntan, dimitir hubiera sido un riesgo alto para el país. Pensando en las opciones y en mi fuerza política era ponerle en una situación ciertamente difícil. Porque, ¿iba a las elecciones con un programa diciendo ‘no haremos los recortes’? Y luego los tienes que hacer, porque lo que sí puedo asegurar es que tenía que hacerlos.
—Cuando tuvo que hacerlo congeló pensiones y recortó sueldos públicos. Y dice que se acordó de Rodiezmo. ¿Qué fue exactamente lo que le pasó por la cabeza?
—Me acordé del último Rodiezmo en el que había dicho con toda mi convicción que no cedería ante las presiones de los mercados. Sí, para mí Rodiezmo significaba mucho. Es verdad que hay una cosa concreta que tiene un alto valor para mí y es que Rodiezmo siempre anunciaba la subida de las pensiones mínimas por encima de la evolución del precio de la vida. Sólo un dato: de 2005 a 2012 el riesgo de pobreza de las personas de más de 65 años en España ha pasado del 24% al 14%.
—¿Por qué no ha vuelto a Rodiezmo? ¿Volverá?
—El último año no se ha celebrado, pero algún día sí. Si se recupera la fiesta, sí. Dejé de ir un año, en 2010. Hablé con Cándido y me parecía..., en fin.
—No sé si sigue teniendo el carné de UGT.
—Sí, por supuesto.
—¿Y qué opina de...?
—Pues que tengo confianza en Cándido Méndez, le considero una persona íntegra y que espero que pueda resolver esta situación y reconducirla.
—¿Cree entonces que Méndez no debe pensar en dimitir?
—Es una opción muy personal, pero mi opinión es que es una persona con capacidad de liderazgo para asumir esta situación y hacer los cambios que haya que hacer.
—Uno de los episodios de su vida política que relata con mayor dramatismo en el libro es cuando le dijeron que España había ganado 700.000 parados en un solo trimestre. No culpable, ¿pero se siente de alguna manera responsable de la situación que vive ahora mismo muchísima gente?
—Sí, sí, por supuesto. No sólo uno se siente responsable, sino que además entiende que las personas afectadas te sientan responsable. Cuando no he podido dar una respuesta a la caída del empleo, mi objetivo ha sido la cohesión social. Aún así todavía hay situaciones muy difíciles de familias que necesitan todo el apoyo de los poderes públicos.
—¿Cuándo fue la primera vez que conoció la palabra preferentes?
—Debo decir que no fue elemento de debate hasta mi salida del Gobierno. Tuvimos 25 debates parlamentarios durante la crisis y nunca apareció la cuestión. Esto afloró en 2012 y debo decir que el Gobierno ni decide ni gobierna los productos financieros. La primera resposabilidad es de las propias entidades y la segunda, de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Aún así me preocupa ver a ciudadanos que han sido afectados de una manera tan grave por la emisión de las accciones preferentes. Espero que entre el arbitraje y la justicia se pueda resolver una buena parte. Ciertamente creo que los ciudadanos merecen que haya esa respuesta.
—En el caso de Caja España, a cuyo nacimiento asistió, ¿cómo ve esa operación de integración en Unicaja?
—Debo decir que inevitablemente el sistema financiero y, especialmente las cajas, tienen un proceso de reestructuración, fusion, unión e intregración y los hechos ponen de manifiesto que Unicaja es un valor seguro y fuerte y, por tanto, espero y deseo que la operación pueda concluir.
—Por lo que dice, si fuera preferentista de Ceiss aceptaría la oferta de Unicaja.
—No soy preferentista y no puedo pronunciarme. Sólo hago una declaración general, que ojalá se produzca y ojalá los preferentistas tengan un marco razonable.
—¿Qué poco ha sabido capitalizar su partido en León las inversiones millonarias que trajeron sus gobiernos, no?
—Las dos veces que comparecí como presidente del Gobierno tuve la mayoría de los votos de los leoneses y les estoy muy agradecido. Veo que afortunadamente el Inteco tiene fuerza, con encargos importantes del Gobierno, y estoy pendiente de ver cómo se consolida el Palacio de Congresos. León tiene un gran potencial en el turismo cultural y como ciudad de congresos. Y observo con preocupación la evolución de la minería. Espero que la Ciudad de la Energía, que es un proyecto muy importante de renovación, se consolide. También he visto que se ha aprobado una partida importante para la llegada del AVE. Espero que estos proyectos puedan servir para el momento de la recuperación, incluido el aeropuerto. Se debate mucho sobre el aeropuerto, pero es muy difícil estar en el mapa de las ciudades europeas si no se tiene un aeropuerto al que se pueda llegar. En fin, ahora seguramente la duda ha surgido, pero tengo plena confianza cuando llegue la etapa de crecimiento.
[En ‘El dilema’, Zapatero recuerda que Rajoy se negó a apoyar en el Parlamento la primera tanda de recortes, reformas que se han quedado en calderilla en relación a las que tuvo que aplicar el Gobierno del PP sólo un año y medio después]
—¿Tiene algún consejo para el Rajoy de hoy? ¿Empatiza con él?
—Hay una cosa que la experiencia te da y, mucho más, la de haber sido presidente del Gobierno: es tan fácil juzgar y criticar a los demás que ese capítulo lo tengo cerrado. El otro día leía una declaración de Rajoy y decía que estaba pendiente de si Alemania tenía un rumbo adecuado. Debo decir que me reconfortó en el sentido de que ahora es muy consciente de hasta qué punto dependemos del Bundesbank y del debate público en el parlamento alemán. [La sonrisa permanente que acompaña esta respuesta proyecta una manifiesta mordacidad].
—¿Y dónde manda el talante cuando habla Aznar?
—Esa es una prueba de fuego porque es verdad que siempre me hace alguna crítica. Yo me contengo fácil y con él me contengo, pero cuesta.
—León fue su incubadora política...
—Y algo más.
—Pero el PSOE leonés también puede ser una especie de UCI para sus dirigentes. ¿Interfiere de alguna manera en la política local?
—No, no, para nada. El 90% de los compañeros de partido de León son amigos. Tengo buena relación con el secretario general, con el provincial y con el local.
—¿Ni siquiera tiene candidatos predilectos?
—No. Ya sabes cómo son los militantes del Partido Socialista. Que nadie se equivoque, votarán cada uno al que quiera, libremente. Cuento muchas veces la anécdota cuando fueron las primarias entre Almunia y Borrell. Yo apoyé a Almunia y hubo compañeros de la agrupación de León de los más de confianza que votaron a Borrell. El voto es para los ciudadanos su patrimonio más importante y lo vamos a ver cuando sean las Primarias a nivel nacional.
—¿Si se presenta Chacón la apoyará?
—No voy a manifestar ninguna preferencia, pero creo que va a ser un momento muy relevante para el partido y para la democracia. Son las primeras Primarias que van a votar simpatizantes; no podemos descartar que vote un millón de personas.
—Candidato no, ¿pero apuesta por algún plazo?
—El Comité Federal lo va a decidir en enero. Se está hablando del otoño y me parece una fecha razonable.
—¿Le duele la reforma local de Mariano Rajoy?
—Es verdad que quizá el legislador y el Gobierno a veces no conocen bien el valor de las juntas vecinales y, sobre todo, las de León, donde son muy, muy originales y había que tenerlas más en cuenta. Es verdad que cuando uno ve las cifras... Mil entidades locales en León. Lo ve Merkel y dirá ‘esto qué es’. Y vete a explicarle a Merkel cómo funcionan las juntas vecinales.
—¿Qué le queda al Zapatero que iba por el bar Infierno con Solares, Jaime González, Losa...?
—Mucho. Hace dos semanas estuvimos tomando un cocido en Santiagomillas fantástico. Me queda una amistad muy intensa. León me ha regalado siempre cariño y amigos dentro y fuera del partido.
—Hace 20 años le preguntaban en este periódico cuál era su mayor sueño en política y entonces respondi ó que conseguir el fin de la violencia de la banda terrorista ETA. Lo ha hecho, aunque con muchas críticas.
—Es la mayor satisfacción que he tenido como presidente del Gobierno. Si no se ha recibido con especial reconocimiento es porque hay un gran hartazgo, pero la perspectiva histórica nos dejará ver que hay muy pocos ejemplos del fin de un grupo terrorista sin nada político a cambio, y así es como ha terminado ETA. No sé cómo se escribirá la historia de la crisis, pero no tengo ninguna duda de que la historia del fin de la violencia de ETA será la historia de una victoria de la sociedad democrática.
FUENTE: www.diariodeleon.es
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